El divorcio entre el amor y el poder. El amor nunca duele, lo que duele es vivir en su ausencia.
- Yhara Cuitiño

- 2 jun 2019
- 3 Min. de lectura
Actualizado: 3 jul 2019
En la Walkiria, Nibelungo, un enano burlado en búsqueda de amor, encuentra una especie de "oro" material excepcional cedido por los Dioses capaz de convertir a su dueño en el amo de todos los reinos, la única condición para que funcione es que quien lo posea tiene que renunciar inapelablemente al amor a través de un juramento. En esta ópera de Wagner, se presenta la temática mitológica del divorcio entre el amor y el poder.
En nuestra vida psicológica a veces no somos capaces de intuir este escisión arquetípica. Y esta historia nos habla de cómo se construyen los vínculos desde un lugar o desde el otro. El ego, como representante del poder, suele expresar grandeza, indiferencia, inteligencia porque su objetivo es controlar para moverse en la dimensión de la certeza. El amor expresa comprensión, espontaneidad, coherencia y curiosidad porque no tiene motivos ulteriores. Entonces allí donde vive el amor, no puede vivir el poder.
El mundo del amor y del ego, se repelen porque cuando estamos “actuando”, “adaptándonos”, no estamos pertenenciendo. No se trata de ir por el mundo sin la función integradora del ego. Aquí simplemente nos estamos refiriendo al ego en su significado de “persona” , máscara de la adaptación social.
Así como Nibelungo se sintió profundamente herido y rechazado y tomó el juramento más atroz que puede tomar una persona, así muchas veces, un empresario queriendo conquistar el mercado de valores puede sacrificar su centro vital tierno, o una persona herida puede jurar nunca más enamorarse.
Las formas de expresar ese anhelo de ser amados puedo tomar infinitas maneras, queriendo ser millonarios, cantantes, modelos, políticos, queriendo poseer el último iphone, auto, saciándonos con distintas formas culinarias, masajes, vacaciones, etc., etc. Es necesario reconocer a conciencia la expresión exterior de ese deseo y llegar a su núcleo. Nuestro deseo, el deseo primordial, es siempre el deseo de conexión!!!!.
Deseamos ese ser o esos seres que nos devuelvan la experiencia de ser acunados y al mismo tiempo deseamos acunar y proteger. Deseamos ser mirados como el reclamo tierno de un niño cuando aprende una nueva destreza y grita “mirá mamá”, “mirá papá”. Ese grito nos está diciendo, “mirá lo que logré” porque sin tu mirada este logro ya no tiene tanto sentido. Cuantas veces de grandes seguimos necesitando esa mirada y entramos en ciclos cada vez más exigentes porque no podemos discernir entre el logro y la necesidad de su reconocimiento.
Detrás de una persona obsesionada con el mundo de la moda, el de la política, los negocios, siempre hay un ser sediento de conexión, que juró nunca volver a experimentar la agonía del rechazo. Muchas veces ese juramento es inconsciente y a edades muy tempranas, entonces duerme en lo más profundo de nuestro mundo interior.
Para estar alineado con nuestro deseo es necesario reconocer esta condición humana básica. En la base de nuestras conquistas está la mirada, la pertenencia, el sentido que va más allá de nosotros mismos.
Pero , el mundo de nuestros significados es muy complejo y muchas veces quedamos atrapados en la duda, ¿estoy siendo coherente con mi deseo? o ¿me estoy adaptando?. ¿Se puede ser políticamente correcto en el amor?. Mi respuesta personal es que a veces sí, pero generalmente no, porque cuando prima la corrección suele estar nuestro ego disfrazándonos de civismo y responsablidad. Se requiere una integridad magistral y mucho coraje vivir desde esta sinceridad interna, nuestro deseo primordial implica mostrarnos, ser mirados, ser vulnerables y aquí se puede volver muy doloroso si a quien nos mostramos no puede devolvernos la mirada del amor.
Solemos cantar las melodías más disonantes allí donde nuestro deseo quedó maltrecho, dónde no hubo una mirada tierna cuando gritamos “mirá papá”, “mirá mamá” donde los mandatos sociales se mezclaron con las formas del dinero, las siluetas, el éxito, el sexo, etc. Aún así podemos tomar votos de coraje, renovarlos consistentemente y mantenernos en el gesto humilde de mirarnos con compasión. Cuando duele, no estamos ante la presencia del amor!!!! sino justamente ante su ausencia.
Lic. Yhara Cuitiño
Psicóloga y Coach con PNL. Tel 098840030
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