No tengo pruebas pero tampoco dudas
- Yhara Cuitiño
- 14 jul
- 1 Min. de lectura
Actualizado: 16 jul
¿Cómo saber si es prejuicio, intuición o miedo?
Vivimos muchas decisiones internas en esa zona gris en la que algo nos huele mal, pero no sabemos si confiar en la señal o cuestionarla.
A veces lo que sentimos es un prejuicio: una creencia aprendida que opera por debajo de nuestra conciencia, rápida, automática, basada en experiencias pasadas o discursos ajenos.
Otras veces es miedo: una activación fisiológica frente a lo nuevo, lo incierto, lo que podría doler.
Y también está la intuición: esa sabiduría silenciosa que nace de nuestra experiencia integrada, de patrones que el cuerpo reconoció antes que la mente lo pueda nombrar.
¿Cómo distinguirlas?
La respuesta puede estar en la interocepción: la capacidad de percibir las señales internas del cuerpo. Escuchar cómo late el corazón, cómo se contraen las vísceras, cómo cambia el ritmo de la respiración frente a una situación, puede ser una brújula valiosa.
El cuerpo sabe antes que lo podamos explicar.
Cuando desarrollamos la interocepción, afinamos la escucha de nuestro mundo interno. Aprendemos a registrar si una emoción está vinculada a un recuerdo, a un aprendizaje, o a una amenaza real.
No es magia, es neurociencia: la corteza insular y otras regiones cerebrales procesan las sensaciones internas antes de que las podamos razonar. Cultivar esta conexión ayuda a discernir si la reacción es un eco del pasado (prejuicio), una defensa automática (miedo) o una señal integrada (intuición).
💬 ¿Y vos? Qué te dice tu cuerpo cuando no tenés pruebas, pero tampoco dudas?

Comentarios