Alexitimia
- Yhara Cuitiño
- 14 jul
- 3 Min. de lectura

¿Sentís cosas raras pero no sabés qué?
Imaginemos una escena: te pasa algo fuerte —una discusión, una noticia inesperada, un “me tengo que ir, no sos vos, soy yo”— y de repente te sentís... ¿raro? ¿como con un nudo en el estómago? ¿Te duele la cabeza? ¿Estás enojado? ¿Triste? ¿Ansioso? ¿Todo junto? ¿Nada? ¿Comés una pizza entera sin saber por qué?
Si es habitual que te sientas así puede que estés lidiando con algo que en psicología se llama alexitimia. Y no, no se trata de una enfermedad exótica. Es más bien una condición psicológica, una forma de funcionamiento que tiene el GPS emocional roto: sentís que algo está pasando adentro tuyo, pero no sabés qué, ni cómo decirlo, ni a dónde te está llevando.
Entonces, ¿qué es exactamente la alexitimia?
Es la dificultad para reconocer, entender y poner en palabras tus propias emociones. Es como tener un teclado sin vocales: querés decir algo, pero no hace sentido. Y no es que no tengas emociones —¡las tenés!— pero es como si no vinieran con subtítulos.
La palabra alexitimia viene del griego y significa algo así como “sin palabras para las emociones”. Fue evidenciada en la década de los años 70 por Peter Sifneos de la Universidad de Hardvard al notar que ciertos pacientes pacientes somatizaban —es decir, “hablaban” con el cuerpo porque no podían hablar con las emociones.
¿Cómo saber si tenés algo de esto?
Acá van algunas señales de alerta. No es un test oficial, pero si te identificás con varias… capaz te hace ruido:
Te cuesta un montón explicar lo que sentís. “Estoy… qué sé yo… medio bajón, pero no sé por qué”.
Cuando alguien te pregunta “¿cómo estás?” respondés con “todo bien” aunque tengas un volcán emocional adentro (o aunque no tengas idea de qué tenés).
Confundís emociones con síntomas físicos. Por ejemplo: “me duele el pecho” cuando en realidad estás angustiado. O “me duele la panza” cuando estás nervioso.
Tus relaciones se complican porque parece que no expresás nada o reaccionás “a destiempo”.
Sos más de los hechos que de los sentimientos. Te cuesta conectar con eso de “hablar de lo que uno siente”.
¿Y entonces? ¿Estoy roto? ¿Qué hago si me pasa esto?
No estás roto y no estás mal hecho. Simplemente es una forma en la que tu mente y cuerpo aprendieron a funcionar, muchas veces como defensa o por no haber contado modelos cercanos de quién aprender esta habildiad. Pero como todo en la vida, se puede trabajar.
En terapia especialmente con enfoques que te ayudan a conectar con lo emocional —como la terapia centrada en las emociones o la cognitivo-conductual—, podés empezar a ponerle nombre a lo que sentís, y cuando nombrás, entendés.
También existen escalas para medir esto, como el TAS-20 (no es una banda, es un test psicológico), pero lo más importante es tener curiosidad y apertura: si algo de esto te resonó, ya diste el primer paso.
La alexitimia no es el fin del mundo, ni algo raro que “le pasa a otros”. De hecho, es más común de lo que parece. Es como vivir con una radio emocional encendida pero sin saber de qué estación viene la música. Aprender a sintonizarla es posible. Y puede cambiar mucho tu forma de estar en el mundo —con vos, con los demás, con tus tripas.
Así que la próxima vez que sientas algo “raro”... frená, escuchá, y preguntate:
¿Será que no me entiendo porque nunca me lo expliqué?
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