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¿Qué sentido tiene el sufrimiento, es necesario?

  • Foto del escritor: Yhara Cuitiño
    Yhara Cuitiño
  • 12 jun 2019
  • 4 Min. de lectura

Actualizado: 3 jul 2019

Durante muchos años me pregunté seriamente si se podía realmente crecer en conciencia sin dolor. En mi experiencia vital los grandes saltos de conciencia, los grandes cambios de rumbo siempre estuvieron asociados a importantes momentos de sufrimiento.


Le pregunté a muchas personas a lo largo de los años, ¿se puede crecer sin dolor?. Noté que la mayoría ya contaba con una respuesta bien asentada, tanto por sí como por no. Lo más probable es que si estas leyendo esto entonces, ya tengas una respuesta personal.


Creo que podemos ponernos de acuerdo en algunas premisas básicas. El dolor es parte intrínseca de la experiencia humana, y tiene una función. Las experiencias dolorosas son potentes porque han cumplido, desde el origen de los tiempos, una función evolutiva, así como el miedo y toda la gama de las emociones que nos han permitido la supervivencia. Pensado desde el cuerpo físico, sin dolor andaríamos mutilados, golpeándonos por todas partes y siguiendo nuestro objetivo sin permitir que el cuerpo sane. El cuerpo emocional es parecido, y el dolor cumple el rol de avisarnos que esa experiencia "nos daña", que debemos retrotraernos a nuestro núcleo y darnos un tiempo para sanar (el dolor muscular, nos lleva hacia la quietud, el dolor moral hacia la rectitud, el dolor emocional hacia el refugio).


También podemos acordar que tiene sentido establecer una diferencia entre sufrimiento y dolor. Desde las perspectivas occidentalizantes del Budismo (Mindfulness, ACT, etc.) hay quienes establecen una diferencia entre estas dos y aseveran que el sufrimiento se constituye cuando nos resistimos al dolor. Es decir, que ante una experiencia existencial dolorosa (pérdida) al resistirnos creamos una avalancha de sufrimiento que intensifica la experiencia pudiendo generar conductas evitativas que derivan en patologías como las adicciones, depresiones, ansiedad, etc.


Por su parte, si aceptamos el axioma a partir del cual se construye la Psicología Cognitiva, damos por hecho que la incertidumbre genera sufrimiento, y que la tendencia natural de nuestra mente es buscar certezas. Podemos llegar a darnos explicaciones increíblemente irracionales, mágicas, y hasta contrarias al sentido común pero esa “explicación” a sido a través de la evolución mejor respuesta adaptativa para la cultura occidental que la aceptación de la incertidumbre.


Hasta aquí hemos acordado tres premisas básicas. El dolor es parte de la experiencia humana, el sufrimiento intensifica el dolor por resistirse al mismo, la mente busca por naturaleza la certidumbre. Al dolor psicológico lo vamos a llamar angustia. La angustia deviene, según los hallazgos de la psicología social, a través de experiencias de desconexión, como el rechazo, la pérdida, la vergüenza, la escasez o falta.


Entonces ahora tenemos una experiencia de dolor (por ejemplo una separación) que puede ser agravada por resistirnos a la misma creando sufrimiento (no tolerar la realidad, hacer esfuerzos por volver al equilibrio anterior) y la necesidad imperiosa de nuestra mente de explicarnos ese dolor.


Si recordamos que según esta línea de pensamiento el dolor llega a través de una experiencia de desconexión, y que la mente inevitablemente va a querer explicar esa situación para sentir alivio nos encontramos ante varios posibles escenarios constituidos por el mundo de nuestras creencias. Cuando esas creencias nos permiten mirarnos a nosotros mismos como actores y creadores de nuestra realidad, el dolor puede cumplir su función.

Entonces la angustia nos dice, es momento de volverte sobre tu núcleo, buscar refugio, y es muy posible que con el tiempo vayamos encontrando las pistas que nos llevaron en dirección de la desconexión. Y en efecto, el dolor nos guió en dirección al crecimiento. Atravesamos el sufrimiento, resignificamos nuestras vidas y seguimos adelante. Este es el mejor de los escenarios.


Otro posible escenario sería resistinos al dolor generando aversión al sufrimiento. Este hecho hace que usemos todos nuestros recursos en la dirección de la evitación y por tanto que tengamos que volver a recurrir a aquello que nos alivia, que paradójicamente suele ser las situación que nos hizo desconectar desde un comienzo y así repetimos  una y otra vez el mismo ciclo. (Ejemplo, ante la muerte de un ser amado o una separación, nos refugiamos en el trabajo, o en un nuevo vínculo "Acme" de salvataje, evitando el contacto con el dolor y así creando nuevas y más profundas heridas de desconexión). En este último escenario no hubo crecimiento personal ni expansión de conciencia, es el escenario de camino a la enfermedad mental.


Retomando la pregunta del inicio. ¿se puede crecer en conciencia sin dolor?. Mi respuesta personal es SÍ, ¿acaso los niños no aprenden jugando, cantando, creando, imitando, conectando? Podemos crecer de muchas maneras, el dolor es una de las tantas opciones que tenemos a disposición. El dolor es ya el último de los avisos amorosos de nuestra realidad material. Si nos ocupamos de entrenarnos en el arte la incertidumbre, crecemos a través de la curiosidad, a través de la creatividad, de escucharnos los unos a los otros, pero sobre todo de estar en un contacto profundo con nosotros mismos, nuestros ciclos, apetitos, miedos, experimentando en plenitud toda la gama de las emociones que están a nuestra disposición.


Se puede entrar en el hogar del dolor, con el corazón abierto y la conciencia despierta en los brazos de la creación, pero también se puede entrar en la casa del miedo, con el corazón atrincherado y la conciencia a la defensiva tratando por todos los medios de evitar la experiencia de la vida misma. Es nuestra elección.


Lic. Yhara Cuitiño

Psicóloga y Coach con PNL. (Consultorio en Parque Batlle, Montevideo. Tel 098840030)


https://www.yhara.net

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