¿Desde dónde vas al encuentro?, ¿desde las estrategias del ego? o ¿desde la autenticidad del sentir?
- Yhara Cuitiño

- 31 ago 2019
- 3 Min. de lectura
Actualizado: 1 sept 2019
¿Qué hace que vivamos extremos tan intensos aún dentro de un mismo vínculo?. Por momentos experimentamos una profunda sensación de conexión y bienestar y sin darnos cuenta estamos habitando el infierno de la incomprensión, de la culpa, armados con todo el arsenal de argumentos de combate que hemos aprendido a desplegar.
Cuando vamos pegaditos al ego, cuando nos creemos “la persona”, o
"el personaje" que le mostramos al mundo, solemos armar la dimensión de nuestras relaciones a través de reglas estrictas y protocolos de comunicación. Ese mundo es predecible y ciertamente necesario, pero también es frío, racional y poco habilitante para las emociones tiernas.
Cuando vamos por el mundo buscando autenticidad, siendo fieles a nuestras experiencias internas, solemos armar el universo de las relaciones desde la espontaneidad, mostrando nuestros moretones emocionales, nuestros anhelos, nuestras verdades, sabiendo que no podemos imponerlas porque son solo nuestras. Desde este lenguaje hay una certeza que atraviesa la comunicación y dice: “si estas en mi mundo quiero hacer todo lo que esté a mi alcance para complacerte, la única excepción es cuando tu felicidad compromete mi bienestar”.
Dos lugares muy diferentes. El ego necesita y busca “controlar”, el alma necesita y busca compartir. En el primero hay juicio, culpables, razones, argumentos, en el segundo hay entendimiento, aceptación, permisos.
No creo que podamos ir desde un lugar o desde el otro todo el tiempo, el lenguaje del ego es necesario y apropiado en ciertos ámbitos, el tema es cuando se cuela en la intimidad, ahí suele causar estragos. Cuando las parejas quedan atrapadas en las riñas de quién tiene la razón, en lugar de mostrarse mutuamente sus heridas, están habitando el ego. Cuando recibimos un reclamo y nos defendemos, dando argumentos en vez conectar con la necesidad que nos está mostrando ese ser, estamos habitando el ego.
En general cuando nos sentimos atacados o nos encontramos dando excesivas explicaciones solemos estar hablando desde el ego.
Ejercitar la comunicación desde la sabiduría del sentir implica paciencia, práctica y contemplación de nuestro mundo interno. Implica adentrarnos en la vulnerabilidad y esto suele espantar a aquellos acostumbrados al mundo de la inmunidad y elegancia de la máscara de la "persona".
La vulnerabilidad implica coraje, mucho coraje, pero sobre todo implica entrenarse en el arte de la frustración. Es necesario aceptar el dolor como posibilidad real, y es muy necesario ejercitar sostenerlo sin perder nuestra integridad en el intento. Porque cuando le mostramos nuestro sentir a otro ser, éste puede que experimente incómodidad y nos devuelva indiferencia, críticas, juicios, reglas, y toda la gama de expresiones inhabilitantes que hacen que conectemos con el dolor de la verguenza o el dolor de no ser queridos y/o aceptados.
Entonces ¿por qué elegir habitar el mundo del sentir si nos puede llevar al suicidio social?, ¿por qué mostrarle a alguien nuestro corazón? , ¿por qué elegir el silencio cuando ya no queremos refugiarnos en el punteo argumental del ego? Preguntas tan difíciles de contestar desde la intelectualidad!!!. Honestamente y después de haber habitado a conciencia ambos mundos, el universo de la autenticidad provoca mucho más dolor que el mundo del ego, pero la calma, la paz, la sensación profunda de sentido que cobra la existencia y los momentos de genuina conexión con otros hace que valga la pena.
Lic. Yhara Cuitiño
(Psicóloga, Coach & Instructora de Yoga)
Consultorio en Parque Batlle, Montevideo
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En honor al himno de Cuatro Pesos de Propina, "Mi Revolución":







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