Caperucita y el Lobo (El depredador y la inocencia como motivo arquetípico)
- Yhara Cuitiño

- 15 may 2019
- 7 Min. de lectura
Actualizado: 28 may 2019
Dedicado a todas las mujeres que cada tanto somos devoradas por las fauces del Lobo!
Resumen
En este artículo se revisa la conexión entre dos símbolos muy potentes: Caperucita y el Lobo como encuentro de la inocencia femenina que desea explorar nuevos territorios y el aspecto masculino asociado a la depredación que se nutre de la inocencia, pero es incapaz de tomar contacto con su mundo afectivo tierno. Ambos aspectos se necesitan para configurar un nuevo estado de conciencia, ambos aspectos nos hablan de temas universales de los que todos, en algún momento participamos en nuestras vidas.
El Lobo nos dice, "tengo los ojos más grandes para mirarte mejor", y así con el olfato, el oído, etc., todo su mensaje le dice a Caperucita que va a ser realmente mirada, escuchada, percibida. Ella tiene una misión, va hacia el bosque, camino de exploración, lugar psíquico de lo desconocido, la incertidumbre y lo fascinante. Quiere llegar a la casa de la sabiduría (la abuela) , pero para esto tiene que atravesar peligros. Cuenta con las inteligentes palabras y consejos de su madre, pero que ya no puede acompañarla en el camino. Está sola porque es un viaje personal, pero se divierte. No sabe distinguir el peligro y se deja seducir por la amplificación de los sentidos que el Lobo le devuelve; en algunas versiones esto termina matándola, es devora. Ella muere engullida por el Lobo, que saciado de tanta inocencia se acuesta a dormir. En este momento llega el Cazador, como símbolo masculino de discernimiento, quien la salva de las tripas del deseo para devolverla a la vida junto a la sabiduría. Es un cuento que nos remite al juego infinito del deseo, como posible devorador de nuestra psique, cuando no hemos madurado la función del discernimiento.
En el juego de la vida cada tanto aparece un Lobo…
Para aquellos que no están familiarizados con el mundo fascinante de los símbolos, solo decirles que la sustancia de los cuentos y de los mitos es la misma sustancia que la de los sueños. Siempre en movimiento, siempre guiándonos a través de un lenguaje que lleva tiempo y mucha paciencia comprender. Desde la psicología Junguiana, los símbolos conforman un lenguaje, tan válido y humano como el lenguaje racional.
El cuento de Caperucita es la historia de una niña que lleva una capa roja, mostrándonos la inocencia en ebullición. Lo rojo nos refiere a la sangre, la vida, tal vez la transición arquetípica entre la niña y la mujer. Esta inocencia expresa aspectos de nuestro desarrollo. Como estamos en un leguage no lineal, podemos tener 15 o 60 años y expresar este estado de inocencia psíquica de no anticipar las intenciones de un otro. Desde este “logos” Caperucita emprende un “viaje”, hacia la casa de la sabiduría (la abuela) y se adentra en un bosque en el que habita un depredador capaz de devorarla a ella y su inocencia.
La madre arquetípica, la que habilita el crecimiento, le da alimento para que lleve a la abuelita, es la madre buena, ya que es quien la manda al bosque, es la madre que algunos hemos tenido el privilegio de experimentar concretamente, pero de la que todos tenemos registro. Una madre que nos cuida, nos nutre para guiarnos en el camino de la comprensión. A veces estas madres son amigas, amigos, padres, tíos, terapuetas.
Caperucita va contenta, inicia su viaje con la mirada de la curiosidad que siempre está a disposición de la pureza. Explora, levanta flores, juega con los pájaros. Esta instancia para mí habla de esos momentos en los que salimos fascinadas/os por el juego de la vida, planeando, proyectando, abiertos a la experiencia.
En esas instancias conocemos gente y uno de esos personajes puede ser EL LOBO. ¿Como reconocerlo? El Lobo produce una atracción muy instintiva, profunda, nos cautiva con tanta fuerza que todos nuestro pensamientos, acciones y emociones empiezan a girar en torno a él. No todas las personas que nos cautivan son depredadores, pero por regla general los depredadores psicológicos nos cautivan.
Pero por qué, por qué Caperucita fascina al lobo y al lobo le fascina Caperucita…la parte de la fascinación del lobo por Caperucita está clara en el cuento, pero tal vez la de Caperucita no tanto. Si prestamos atención a las versiones modernas, ella se acerca al lobo, que disfrazado con la gorra de su abuela contesta sus preguntas. Caperucita va en busca de sabiduría y se encuentra con un ser que si bien haya diferente aún no sabe reconocer, no tiene integrada la función psíquica del discernimiento, por eso se queda mano a mano con el peligro y lo interpela. Este ser la engaña mostrándole todo lo que desea, puede mirarla mejor, escucharla mejor, olfatearla mejor y por eso le fascina y se acerca lo suficiente como para ser devorada. De pequeña solía pensar que Caperucita era boba, cómo no se daba cuenta que estaba al lado del lobo!!!!, pero aún de adulta esta parte del cuento siempre me pareció ridícula. Y no es casualidad, que en mi vida haya permanecido grandes períodos de tiempo interpelando a lobos que era incapaz de reconocer!!!
Pero por qué esa fascinación mutua, no creo exista una respuesta inequívoca, pero he aquí lo que considero a nivel personal. El lobo y Caperucita representan, los polos de los una dimensión en la que se entretejen aspectos de la función instintiva y materna. La potencia energética de la sexualidad pura y bruta, como es representada por el Lobo o por el Dios Pan de la Mitología Griega (en su aspecto de Dios de la naturaleza) expresión de lo salvaje, lo instintivo, sin logos, sin límite, arrasando con todo aquello que desea (función inexplorada por la pequeña Caperucita). Por su parte Caperucita, hija de una madre nutricia, expresa el disfrute en la implicación de todo su ser con el presente, lo sensual sí, pero como goce de los sentidos por los sentidos mismos.
Como adultos y por la fuerza de nuestro mundo hormonal a veces es difícil retrotraerse a recordar las experiencias en las que disfrutamos extáticamente de la simple exploración, pero esa experiencia existió y la observamos todo el tiempo en el mundo de los niños, en el mundo de los animales y a veces cuando quedamos absortos en un amanecer, en experiencias de contemplación de la naturaleza, de nuestros hijos, de nuestro arte.
¿Son opuestas esas experiencias?, claro que no, esa es una inquietud de nuestra percepción dialógica, pero es todo lo que Pan como imagen arquetípica del Lobo ya no puede disfrutar, Pan solo siente placer sexual, poseyendo con espíritu de urgencia todo lo que le apetece. Es tenaz porque la obstinación viene de un impulso animal, que trasciende la capacidad de postergar.
El lobo puede ir vestido de Armani, de hecho, es el Lobo de nuestro tiempo, un CEO o empresario exitoso, que arrasa con su fuerza el mundo de la nutrición simbólica de lo material. Es ese aspecto, generalmente expresado por los hombres, toman lo que desean, lo saborean mientras dura su éxtasis y desechan los restos. Aclaro que generalmente es expresado por los hombres, como estereotipo cultural, pero las mujeres solemos expresar nuestro Lobo también de forma siniestra de tanto en tanto.
¿Cómo llegó el lobo a ser lobo? El camino del éxito social, en esta Era implica muchas renuncias, generalmente y la más grave de las renuncias en el costo de la “excelencia”, es celebrar el funeral de las emociones, en su función materna. Enterrar las emociones y en el mismo funeral contraer matrimonio con el Poder. Todos sabemos que allí donde habita el Poder no hay lugar para el amor.
El Lobo puede venir de una familia desmembrada en la que no hubo un padre nutricio que enseñara el logos o la ley, y ciertamente viene de un ambiente en el que la madre buena no supo cuidar amorosamente o en la que la amabilidad fue víctima de acoso. Un Lobo no puede permitirse ser vulnerable, porque no entiende ese idioma, lo traduce generalmente al lenguaje del poder y en ese mundo solo existen dominante-dominado. Un Lobo no puede, ni entiende el lenguaje de las emociones tiernas pero le fascinan, las necesita y le inquietan.
Como en toda polaridad se manifiesta la escasez, la inquietud, la falta. Ese apetito voraz solo es satisfecho por la inocencia, pero con los años se transforma en un festín que solo genera más apetito. Así los Lobos con los años se van volviendo cada vez más hambrientos, debiendo perfeccionar sus estrategias, desatando un circuito que se refuerza y perpetúa a sí mismo.
A Caperucita le fascina el lobo porque le muestra todo lo que ella aún no exploró y porque le devuelve la ilusión de ser mirada, escuchada, saboreada, como ningún aspecto femenino ha podido reflejar. Pero también porque le permite conectar con una naturaleza instintiva despiadada, autónoma, el rapto de Hades, el inframundo, la fuerza de lo instintivo-inconciente. Para trascender ese estado de conciencia Caperucita y el Lobo se necesitan y por eso ambos mueren en el cuento.
Cada muerte simbólica gesta un nuevo nacimiento. Aparece un nuevo estado de conciencia, "cazador" función masculina, padre cuidador, que logra sacar a la pureza de las entrañas del instinto animal. Este aspecto capaz de velar por nuestra integridad, nos rescata de las tripas del deseo sin límites y presenta una conciencia en la que ámbas, la inocencia y la sabiduría (Caperucita y la Abuela) pueden habitar el bosque. Este lugar es el nuevo escenario del Yo que aprende a vivir a través del discernimiento.
¿Quién es tu lobo? ¿Quién te mueve hacia la fascinación con un promesa de completud, en la que sentís la necesidad inminente de responder al llamado? Ese ser está siendo interpelado por tu inocencia, y va a querer devorarla porque si no la devora va a tener que enfrentar la escasez del mundo sin sentido que eligió para sí mismo. Pero cuidado!!!! porque si apreció un Lobo es que hay un especio crudo, salvaje e inexplorado al que aún no has aprendido a reconocer. Es importante que sepas que estas necesitando discernimiento para no quedar atrapada/o en las entrañas del deseo sin límites.
Psi. Yhara Cuitiño
Bibliografía
Hillman, J. (2007). Pan y la Pesadilla. España: Atlanta.
Jung, C.G. (2016). Obras Completa de Carl Gustav Jung. Madrid. Ed. Trotta
Shinoda Bolen,J. (2012). El anillo del Poder, Barcelona, Ed. Kairós.







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